jueves, 15 de marzo de 2018

CUADROS DE VALORACION HACERCA DE EL BULLING










El bullying y la violencia escolar

El bullying se puede definir como la intimidación, el abuso, el maltrato físico y psicológico de un niño o grupo de niños sobre otro u otros. Incluye una serie de acciones negativas de distinta índole, como bromas, burlas, golpes, exclusión, conductas de abuso con connotaciones sexuales y, desde luego, agresiones físicas. El término deriva de una palabra inglesa, aceptada a nivel mundial para referirse al acoso entre compañeros, y definido como una forma ilegítima de confrontación de intereses o necesidades en la que uno de los protagonistas —persona, grupo, institución— adopta un rol dominante y obliga por la fuerza a que otro se ubique en uno de sumisión, causándole con ello un daño que puede ser físico, psicológico, social o moral (Ortega, Ramírez y Castelán, 2005:788). En este trabajo se concibe al bullying no sólo un problema de carácter psicológico como buena parte de la literatura apunta, sino que se trata de un fenómeno también de carácter socioeducativo. Existen varios tipos de bullying:físico, verbal, gesticular y cibernético (Cobo y Tello, 2008:58).

El maltrato entre iguales comenzó a estudiarse de manera sistemática en Suecia, a principios de los años setenta, con el trabajo pionero de Olweus (1973), que abrió una dimensión educativa que hasta ese momento no se había explorado desde el ámbito de la investigación. La producción de trabajos realizados en la década de los ochenta, principalmente en Europa, dieron como resultado la organización, en 1987, del primer congreso internacional sobre el bullying que anunciaba que era un fenómeno a escala mundial:


Podemos considerar que aproximadamente desde los primeros años noventa, la investigación y la preocupación pública sobre el problema del bullying ha pasado de aquellas primeras experiencias escandinavas a estar en un plano internacional, y este interés no deja de extenderse (Ronald, 2010:35).

Los estudios sobre el tema han sido profusamente desarrollados desde diferentes perspectivas a nivel mundial y es una muestra del interés que hay sobre este tipo de violencia que se gesta y reproduce en las escuelas. De igual forma, la enorme cantidad de estrategias y recomendaciones son un reflejo de la urgente necesidad de mejorar las relaciones cotidianas (Ortega, 2010).

Las investigaciones han abordado el problema desde diferentes perspectivas y enfoques, algunas de las principales orientaciones son el descubrimiento y conceptualización del fenómeno (Olweus, 1978; Ronald, 2010); la constatación y frecuencia con que se da en las instituciones (Ortega, 2010), la identificación de los rasgos del agresor y de la víctima (Debarbieux et al., 1999), los distintos tipos de interacciones que se registran (Abramovay y Rua, 2003), las consecuencias y repercusiones psicológicas que causa (Miller, 2010), las propuestas, programas y experiencias para erradicarlo (Ortega, 1997), así como recomendaciones generales para mejorar la convivencia en la escuela (Elliot, 2008; Ortega, 2010). El tema cuenta con un importante avance documental y cada vez se están especializando más los estudios poniendo especial atención en aspectos y variables específicas que han promovido nuevas interpretaciones, entre otros: sexo, edad, género, antecedentes familiares, culturales y educativos (Ortega, 2010).

En lo que se refiere a los trabajos realizados en México, el bullying en un primer momento se estudió de manera importante a través de la aplicación de algunos instrumentos que habían sido utilizados anteriormente; es decir que, con escasas variantes, se replicaron los trabajos; sin embargo, no en todos los casos hubo cuidado y rigor metodológico. Predominaron dos vertientes, la primera referida a la adecuación de instrumentos de los estudios del pionero en el tema, Dan Olweus, y la segunda, de los trabajos de Ortega (2000). Sin duda, la información que se ha generado en torno al problema por varios sectores gubernamentales y no gubernamentales es importante y valiosa en el sentido de demostrar que existe la violencia entre pares, sin embargo, se ha caído en generalizaciones y juicios sumarios al dar a conocer cifras y datos que son tomados como referentes para "valorar" la situación de todas las escuelas del país; una tentación que con frecuencia se ha tenido para caracterizar momentos y sujetos educativos. No obstante, diversas investigaciones han demostrado la complejidad de los aspectos contextuales y las particularidades que adopta la violencia y que varían significativamente inclusive en los mismos grupos de una institución educativa (Gómez, 2005; Valadez, 2011; Prieto Quezada, 2008).

Los trabajos de investigación sobre el tema que nos ocupa se han desarrollado, principalmente, a partir de una metodología de corte cuantitativo, a través de encuestas, que si bien son una fuente importante de información dejan al margen muchas de las acciones que la violencia conlleva, por ejemplo, la serie de repercusiones físicas y psíquicas que escapan a la cifra y al porcentaje de la frecuencia de los hechos. En contraste, son menos los estudios cualitativos. Por esta razón, este trabajo privilegió el análisis del fenómeno del bullying, a partir de métodos etnográficos, pues la finalidad fue tratar de dar cuenta de las diversas variantes y la complejidad de este fenómeno que requiere ser contextualizado adecuadamente. Si bien es cierto que algunas fuentes informativas (periódicos, noticias en radio y televisión) dan cifras de maltrato y reportan episodios de violencia, esto no quiere decir necesariamente que sea una actitud recurrente o que los casos coincidan en gravedad. En distintos sectores de la sociedad se ha creado alarma y se ha dado cabida a conjeturas apresuradas; por ejemplo, denominar toda situación violenta en el espacio escolar de bullying es una exageración y un abuso del término, que posee cualidades y aspectos muy focalizados. Incluso —y como lo hemos registrado en esta investigación— puede darse el caso de que en un aula exista mucha violencia y que ésta no sea monopolizada por un alumno o un grupo.

Por otra parte, el término de bullying sólo se refiere a una parte de la compleja trama de relaciones que se da en la institución escolar, por ejemplo, quedan al margen la violencia espontánea entre alumnos, de maestros hacia los alumnos, y viceversa, que son amplios campos de investigación aún por atender. Es importante reconocer que en la interacción entre niños y jóvenes la discusión, las peleas y conflictos existen como parte del proceso de negociación y del aprendizaje institucional, sin embargo, lo que hace diferente al maltrato escolar es la reiterada violencia ejercida sobre determinados alumnos, es decir, el ataque y abuso sistemático a alguien elegido por diversas razones, entre otras: aspectos físico, económicos, sociales o raciales.

Las investigaciones que centran su atención en distintos niveles educativos (Prieto, 2008; Prieto, Jiménez, Carillo, 2010; Rivero, Barona y Saenger, 2009; Gómez y Molina, 2011) han aportado datos relevantes en cuanto a las diferencias signadas por la edad de los sujetos, sus prácticas, dinámicas y acciones que muestran la complejidad del fenómeno, las particularidades que adopta y que van más allá de recetas o soluciones fáciles para poder superarlo (Vázquez y Gaxiola-Romero, 2005; Valadez, 2008; Valadez et al., 2011; Cobo y Tello, 2008; Velázquez, 2011; Ramos, Vázquez, Garavito, 2011). Pese a la creciente producción académica, muy pocos de estos trabajos son citados en los programas y políticas públicas que se han elaborado por parte de los gobiernos federal y estatales (SEP, 2011; SEDF, 2008, 2009a 2009b, 2010), lo que se traduce en un desencuentro entre la academia y los tomadores de decisiones en un tema que requiere la colaboración de distintos sectores para enfrentarlo.

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